Unos no tienen que sustituir a otros, sino que deben verse como complementarios y enriquecedores.
Cuando el estallido de la crisis del coronavirus paralizó la vida cotidiana hace ahora algo más de un año, uno de sus claros daños colaterales estuvo en los eventos de empresa. Ferias, congresos, conferencias y otros encuentros han sido tradicionalmente una de las herramientas más poderosas para dar a conocer los mensajes de las marcas y para posicionar productos y servicios. También ayudan a hacer networking o a asentar sectores y nichos de mercado.
Sin embargo, una de las medidas de contención de la enfermedad fue la de eliminar todo viaje no necesario. Si a eso se suma el tener que reducir la cantidad de personas que comparten espacios, se entiende cómo los grandes eventos de marca no podían seguir realizándose. El Mobile World Congress fue uno de los primeros en caer, pero luego siguieron sumándose otras ferias y congresos. Los eventos de mucho menor calado también tuvieron que cerrar sus puertas.